Nueva York ha sido siempre una ciudad muy querida por sus habitantes y por los más de 30 millones de turistas que la visitan anualmente. Ian Wright y Megan McCormick regresan a esta metrópolis que ahora se conoce tanto por su forma de enfrentarse a las catástrofes como por su poder económico, predominio cultural y diversidad étnica.

El periplo por los distritos de la ciudad comienza en Manhattan, una isla que acoge a gran parte de la comunidad judía de Europa del Este y que posee la mayor población china de occidente. Mientras Ian se dirige en un ferry a la Estatua de la libertad, Megan visita la bolsa de Wall Street donde Michael Peskuma, que a sus 94 años es el inversor más veterano del mundo, le recuerda la crisis del 29. 

Siguiendo el recorrido por la ciudad, Megan entrevista al propietario del Chelsea Hotel, un lugar de visita obligada para los amantes de la cultura pop. A primeras horas de la mañana, Ian y Megan se adentran en el Bronx, en busca de la población negra, que es un referente de la cultura del hip hop. Mientras Ian descubre los gustos de los raperos, Megan se dirige a Harlem y descubre los artículos exóticos que se pueden adquirir en el centro comercial AfroCentric.

Pasando por el Puente de Brooklyn Ian entra en Williamsberg, cuyo número de habitantes puertorriqueños es similar al de los nativos de esta isla del Caribe. Tras una visita a la comunidad cubana, Ian y Megan se dirigen a La Gran Manzana, donde contemplan la catedral de Woolworth y uno de los edificios más altos de la ciudad: 40 Wall Street.

Un recorrido por la zona cero y el conmovedor Fire Museum nos muestra las consecuencias del 11-S. Este lugar ha despertado el interés de muchos viajeros que tratan de tomar conciencia de lo ocurrido en ese trágico día. 

Con nueve museos de talla mundial, el peligro de dedicar el viaje a un recorrido por los museos es considerable. Megan visita el Museo de Arte Metropolitano y descubre impresionantes piezas de cada período, desde la antigua Mesopotamia al Renacimiento.

Un día de compras por la Quinta Avenida no puede faltar en una visita a Nueva York. Desgraciadamente es difícil poder permitirse algo más que un lápiz de Chanel. Ian decide terminar el viaje en la pintoresca Coney Island, al sur de Brooklun y bailando una giga en Brighton Beach. Megan, atraída por las playas doradas, prefiere hacerlo en la idílica Fire Island, en el refugio gay de Cherry Grove.